A finales de 2020, el gobierno de Cuba lanzó una política de unificación monetaria, justo en medio de la peor crisis económica de la isla desde principios de los años 90. Junto con el pasado colonial de la isla y su presente y futuro comunistas, los principales sectores industriales de Cuba están sufriendo, y esto se ve agravado por la pandemia del COVID-19. Con un sistema monetario unificado, que señala un cambio hacia las políticas orientadas al mercado, hay cierta esperanza de recuperación económica a largo plazo.
La economía cubana es estatal y anteriormente funcionaba con dos monedas: el peso (CUP) y el peso convertible (CUC). Hasta 2003, el dólar estadounidense también circulaba y era aceptado como una tercera moneda. En respuesta al colapso de la Unión Soviética y a la consiguiente recesión económica de los países alineados con la URSS durante la Guerra Fría, se introdujo el CUC en la economía cubana en 1994. El CUC se vinculó al dólar estadounidense en una proporción de uno a uno con el objetivo de ganar dólares y equilibrar la pérdida de los subsidios que antes proporcionaba la URSS a Cuba.
El 10 de diciembre de 2020, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, anunció que Cuba unificaría su sistema de doble moneda devaluando el peso por primera vez desde que Fidel Castro tomó el poder en 1959. El gobierno cubano también anunció que el CUP se convertiría en la única moneda de la isla. Díaz-Canel advirtió que se iba a producir una fuerte devaluación. A partir del 1 de enero de 2021, la economía cubana empezó a funcionar con una sola moneda, el CUP, que tiene un tipo de cambio de 24 pesos por 1 dólar.
Este sistema de doble moneda ha tenido un efecto paralizante en las empresas porque una de ellas está sobrevalorada (CUC). El gobierno comunista de Cuba utilizó estas dos monedas para mantener asequibles los precios de los bienes y servicios básicos, mientras que los artículos de lujo, como el acceso a Internet, seguían siendo casi totalmente inasequibles para un cubano normal. El salario mensual medio en el pais, unos 30 dólares, equivale al precio de 4 GB de Internet en Cuba.
Una economía que funciona con dos monedas que tienen una gran diferencia de valor crea y aumenta el impacto del mercado negro. Este floreciente mercado negro ha facilitado a la mayoría de la población cubana el acceso a la moneda de mayor valor y a los bienes de lujo. En la práctica, los que trabajan en la industria del turismo recibían sus salarios en pesos convertibles (CUC). Los que trabajaban en otros sectores cobraban en pesos CUP no convertibles. Esto, a su vez, incentivaba la compra de CUC y USD en el mercado negro en lugar de desalentar la actividad ilegal.
Los precios han subido y las colas son largas en las tiendas de Cuba. Si bien esta unificación monetaria es necesaria desde hace mucho tiempo, conlleva un doloroso impacto económico a corto plazo para la población cubana, que históricamente ha dependido de ambas monedas para ganarse la vida en esta debilitada economía sancionada. También plantea la cuestión de si el gobierno y, por extensión, los militares, siguen utilizando CUC y dólares estadounidenses.
A largo plazo, las perspectivas son ligeramente optimistas. Al unificar el tipo de cambio, es probable que disminuya la distorsión económica entre los distintos sectores, un reto económico permanente en Cuba. Con múltiples monedas y varios tipos de cambio, algunos sectores están más subvencionados que otros, lo que provoca una distorsión del mercado y una desigualdad económica rampante a través de la inflación. En 2019, el gobierno cubano respondió a la caída de la economía de la isla aumentando los salarios de los trabajadores del estado. Esto fue visto como un paso hacia la eliminación del sistema de doble moneda y una reacción a la reintroducción de las sanciones de Estados Unidos a Cuba.
Antes de que Fidel Castro tomara el poder, España y posteriormente Estados Unidos controlaban la gran mayoría de la economía cubana. Mientras estaba bajo el dominio de Estados Unidos, las empresas estadounidenses invirtieron en la infraestructura de Cuba. Washington también tenía un acceso casi total a las industrias de la isla, como el azúcar, el tabaco, el petróleo, la minería, el transporte y la agricultura.
La economía cubana está fuertemente influenciada por sus recursos naturales, su rica biodiversidad y sus tierras de cultivo, dado su clima tropical. Históricamente y en la actualidad, los principales cultivos de exportación de Cuba son el tabaco y la caña de azúcar. La tierra era controlada únicamente por el gobierno cubano hasta que Fidel Castro dejó de ser presidente en 2008. Cuba adoptó una nueva constitución en 2019 que formaliza la propiedad privada, aunque esta es escasa y la mayoría de los cubanos siguen viviendo en propiedades del estado.
Junto con el embargo estadounidense y las tensas relaciones resultantes con Washington, la crisis económica de Cuba se deriva de las políticas de Castro. Por ejemplo, Castro impuso reformas agrícolas para reducir la dependencia de Cuba del azúcar, pero su economía y sus exportaciones siguieron dependiendo de su papel como gran productor de azúcar, y su infraestructura económica era insuficiente para participar en el libre comercio. Esto llevó a Castro a lanzar «El Año de los 10 Millones», que movilizó a la población para que se propusiera producir 10 millones de toneladas de azúcar en 1970, lo que provocó daños en las tierras de cultivo y otros sectores de la economía cubana.
Otros paquetes económicos que todavía afectan a Cuba son la nacionalización de la sanidad, la educación, la ayuda exterior, las empresas nacionales y una Junta Central de Planificación para el desarrollo económico. Con las políticas de nacionalización masiva, las empresas extranjeras que operaban en Cuba y que eran de propiedad privada pasaron a ser estatales. Como resultado, Cuba sigue sufriendo una elevada inflación y una deuda de miles de millones de dólares estadounidenses, lo que supone un gran reto para la unificación y estabilización de la moneda cubana y para la recuperación económica.
Ahora, la última devaluación de la moneda cubana puede considerarse un signo de una economía comunista fracasada que tiene que desnacionalizar industrias y privatizar ciertos sectores. Aunque Díaz-Canel es pragmático, su presidencia emula a la de Fidel Castro y su hermano Raúl Castro, que aún dirige el principal partido político, el Partido Comunista de Cuba, condenando a la isla a la corrupción socioeconómica y la opresión política.
Aún afectada por su pasado colonial, así como por su presente y futuro comunista, las principales industrias de Cuba se resienten por la actual crisis económica, a pesar de los intentos individuales de desarrollar nuevas tecnologías en agricultura y medicina. Cuba aún sigue estando a la cola en materia de Derechos Humanos, y la población lucha por acceder a los alimentos y otros bienes esenciales.
La pandemia, el embargo de Estados Unidos y las sanciones adicionales impuestas durante la administración de Trump, junto con la crisis petrolera de Venezuela, solo están empeorando los impactos de la inflación y la sobrevaluación de la moneda de Cuba. Por lo tanto, el gobierno cubano necesita responder rápidamente a los desafíos que presenta su reciente transición monetaria en medio de la grave situación económica de la isla.