La cuestión de qué une a las sociedades humanas ha intrigado a pensadores e historiadores durante siglos. Si la humanidad es, como a menudo se sostiene, una especie motivada por el interés propio, ¿cómo pueden las comunidades de individuos —cada uno impulsado por la ambición personal— prosperar o siquiera perdurar? Esta pregunta fue abordada de manera convincente por el historiador, economista y sociólogo musulmán árabe del siglo XIV, Abdul Rahman Ibn Jaldún. Sus duraderas ideas sobre la cohesión social o Asabiyyah siguen siendo notablemente relevantes hoy en día, y contrastan fuertemente con el ethos individualista que suele celebrarse en las sociedades occidentales.
Aly Mahmoud
21 de agosto 2024
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Los extensos viajes de Ibn Jaldún a través del Magreb —abarcando Marruecos, Granada, Túnez y El Cairo— le proporcionaron una perspectiva diversa sobre las dinámicas humanas. Durante su vida, desempeñó varios roles, incluidos juez, estadista y diplomático. Su obra seminal, Kitab al-Ibar, y en particular su introducción, Muqaddimah (Prolegómenos en árabe), se ha convertido en un clásico y es considerado un documento fundacional para varios campos de investigación humana, especialmente las ciencias sociales. Un elemento clave de la obra de Ibn Jaldún es el grupo, no el individuo, que fue el punto focal y el factor determinante de la historia. Esta perspectiva contrasta con el enfoque individualista o el Id de Occidente, especialmente desde el Renacimiento de los siglos XIV y XV.
Ibn Jaldún consideraba a los seres humanos como intrínsecamente dominantes y competitivos, impulsados por un deseo de poder que a menudo resulta en conflictos. Describió a los individuos como «salvajes, estúpidos, débiles e ignorantes», lo cual le llevó a explorar cómo estas tendencias egoístas podían transformarse en sociedades cohesivas. Su respuesta reside en el concepto de Asabiyyah.
El concepto de Asabiyyah, que proviene de la raíz árabe «Asab», que significa «unir» o «vincular», ganó prominencia a través de la obra de Ibn Jaldún y ha sido interpretado de varias maneras por los académicos. Aunque a menudo se equipara con cohesión social, espíritu de cuerpo, solidaridad o incluso nacionalismo, tales comparaciones pueden ser engañosas. A diferencia de los marcos rígidos asociados con el patriotismo o el nacionalismo absoluto, la Asabiyyah emerge como una fuerza multifacética y dinámica. Encierra apoyo mutuo, respeto y un compromiso colectivo con el bienestar social, encapsulando la esencia de la vida comunitaria o la conexión social. Es importante señalar que el concepto de Asabiyyah de Ibn Jaldún no se basa en la biología o la etnicidad, sino en la unidad funcional.
En sus escritos, Ibn Jaldún explica que cuando un grupo tiene pocos lazos de sangre, se desarrolla un sentido natural de unidad llamado «Asabiyyah». Sin embargo, a medida que el grupo crece y los lazos de sangre se diluyen, el sentido de unidad se convierte en más una ilusión. Según Ibn Jaldún, no son los lazos de sangre en sí lo que importa, sino la creencia en ellos y el sentido resultante de cercanía y apoyo mutuo.
Jaldún examinó las dinámicas de las relaciones de grupo y demostró cómo los sentimientos de grupo contribuyen al surgimiento de nuevas civilizaciones y autoridades políticas, solo para debilitarse con el tiempo. Formuló una teoría cíclica basada en la Asabiyyah, asociada con el fervor encontrado entre aquellos que viven en los márgenes de las principales civilizaciones. Estos grupos, dotados de una fuerza y vigor que a menudo trascendían su tamaño numérico, eran capaces de conquistar ciudades más avanzadas y prósperas. Sin embargo, los vencedores finalmente sucumbían a las comodidades de la civilización, volviéndose vulnerables a conquistas posteriores por parte de grupos con una Asabiyyah más fuerte.
Jaldún afirma que «Los seres humanos necesitan a alguien que actúe como una influencia restrictiva y mediadora en toda organización social para evitar que los miembros peleen entre sí». Este mediador debe poseer un grado de superioridad en Asabiyyah, una autoridad que se correlaciona con el poder político. Aunque la fuerza militar puede establecer la autoridad real, es la Asabiyyah la que actúa como el vínculo esencial que une a las sociedades, demostrando ser más poderosa en entornos tribales que en ambientes urbanos.
El liderazgo efectivo juega un papel crucial en la creación y el sostenimiento de la Asabiyyah. Un líder respetado que encarne los valores compartidos de la comunidad puede cultivar lealtad y obediencia al alinear el liderazgo con las aspiraciones sociales. Además, los objetivos comunes, las experiencias compartidas y las normas colectivas refuerzan el sentido de Asabiyyah. Ibn Jaldún explica además que cuando los individuos perciben sus luchas como un servicio a un rey lejano, a un clan externo o a una abstracción en lugar de a su propia comunidad, la Asabiyyah se debilita, poniendo en peligro la estabilidad de la comunidad.
Ibn Jaldún creía que había varios factores que podían llevar a la pérdida de Asabiyyah. Uno de ellos es el aumento de la riqueza y el lujo, que a menudo disminuye la necesidad de acción colectiva y desvía a los individuos hacia el interés personal a expensas del bienestar comunitario, un fenómeno cada vez más observable hoy en día a medida que se amplían las desigualdades económicas. Los ricos pueden retirarse de las responsabilidades sociales, dejando a las poblaciones vulnerables enfrentar crecientes dificultades por sí solas. Moralmente, el lujo resulta destructivo, incitando a los individuos a priorizar el confort material sobre las consideraciones éticas. Tales cambios culturales fomentan la deshonestidad y el egoísmo, disminuyendo finalmente la Asabiyyah y volviendo a las sociedades vulnerables a amenazas externas, a medida que el individualismo y el faccionalismo eclipsan la fuerza colectiva.
Además, Ibn Jaldún advierte que la corrupción política y el auge del fanatismo pueden fracturar a las sociedades en facciones en competencia, minando la solidaridad. Cuando el sentido de Asabiyyah de una sociedad se debilita, se vuelve susceptible a la retórica divisiva y a identidades inestables, lo que lleva a un alejamiento de las aspiraciones colectivas. La afirmación de Jaldún de que el liderazgo efectivo depende de mantener la Asabiyyah subraya la necesidad de que los líderes trabajen diligentemente para unir a las comunidades y abordar la erosión de la confianza.
Con el tiempo, la complacencia puede permear en las sociedades que se han acostumbrado a la comodidad y el lujo. La resiliencia y la fortaleza necesarias para enfrentar desafíos pueden disminuir, especialmente en las generaciones más jóvenes que pueden no haber experimentado adversidades. Este riesgo subraya la necesidad de que las comunidades cultiven la resiliencia y la adaptabilidad, promoviendo una cultura en la que los individuos sientan un interés compartido en el éxito colectivo.
A medida que las sociedades navegan por las complejidades de la vida moderna —marcada por la fragmentación y la desconfianza—, las ideas de Jaldún nos instan a reconectar con el espíritu de la Asabiyyah. Enfatizar la identidad colectiva y el apoyo mutuo puede ayudar a contrarrestar los efectos aislantes del individualismo extremo prevalente hoy en día.
Aunque las observaciones de Ibn Jaldún estaban arraigadas en las sociedades árabes de su tiempo, los principios que él elucidó en torno a la Asabiyyah resuenan profundamente en el mundo actual. Sus ideas destacan que la solidaridad grupal y la conexión social son fundamentales para el ascenso y la caída de las civilizaciones, y para los debates contemporáneos sobre la cohesión social y la resiliencia comunitaria. Al abrazar las lecciones de la Asabiyyah, las sociedades pueden enfrentar los desafíos de manera colectiva, reforzando la creencia de que la verdadera fortaleza no se encuentra en el interés propio, sino en los lazos forjados con las comunidades.
La sabiduría intemporal de la Asabiyyah sirve como una guía crucial para navegar las divisivas facciones de la vida moderna, enfatizando que la solidaridad comunitaria es indispensable para enfrentar tanto amenazas externas como divisiones internas. En un mundo dominado por narrativas fragmentadas e interpretaciones extremas del individualismo, entender la importancia de la empatía y el compromiso cooperativo se vuelve esencial. Revitalizar la Asabiyyah apoya a quienes se unen contra la corrupción y la injusticia, mientras transforma los intereses personales en demandas colectivas de cambio para lograr la responsabilidad social y la conexión que la Asabiyyah representa.
Imagen: Estatua de Ibn Jaldún en la entrada de El Kasbah (9.5.2022) © IMAGO / Depositphotos y cúpula y minaretes de la Mezquita de Ibn Jaldún en Alejandría, Egipto (17.11.2022) © IMAGO / UIG
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