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El año 2025 marca el 200.º aniversario de la finalización del Canal Erie en el estado de Nueva York, la primera vía navegable que conectó el Océano Atlántico con los Grandes Lagos. Apodado “La primera superautopista de la nación”, revolucionó el comercio y la expansión estadounidense. En una serie de publicaciones realizadas en Navidad de 2024 en su plataforma Truth Social, el presidente electo Donald Trump sugirió que Estados Unidos debería retomar el control del Canal de Panamá. ¿Qué lecciones puede ofrecernos la historia del Canal Erie sobre la visión de Trump respecto al Canal de Panamá?

La construcción de esta vía fluvial de 360 millas, que cruza el norte del estado de Nueva York para conectar el río Hudson con el lago Erie, comenzó en 1817 bajo el liderazgo del entonces gobernador DeWitt Clinton. A pesar de las fuertes críticas de sus opositores políticos, los ingresos por peajes permitieron al estado recuperar la deuda de construcción en su primer año de funcionamiento. Además, el canal convirtió a Nueva York en el motor económico del país. Al reducir drásticamente los costos de transporte de personas y mercancías a través de los Montes Apalaches y abrir el Medio Oeste a los mercados internacionales, el Canal Erie consolidó el liderazgo comercial de Estados Unidos y reforzó su soberanía y autonomía económica.

La retórica de Trump respecto al Canal de Panamá refleja una visión similar a la que inspiró el Canal Erie. Tras su transferencia oficial a Panamá en 1999, Trump plantea que recuperar el control estadounidense sobre el canal podría restablecer el dominio de Estados Unidos sobre rutas comerciales estratégicas. Al igual que el Canal Erie en el siglo XIX, el Canal de Panamá podría considerarse una herramienta clave para fomentar el nacionalismo económico y asegurar que Estados Unidos mantenga su posición central en el comercio global.

De la misma manera que el Canal Erie conectó a los productores agrícolas del interior del país con los mercados internacionales —impulsando así el comercio nacional y extranjero— el Canal de Panamá se ha consolidado como una arteria crucial para el comercio global en el siglo XXI, facilitando el tránsito de mercancías entre los océanos Atlántico y Pacífico. Según la publicación especializada CargoNOW, aproximadamente el 40 % del transporte marítimo de contenedores de Estados Unidos utiliza actualmente el Canal de Panamá.

Turner, Marriage of the Waters“The Marriage of the Waters” de C.Y. Turner, 1905. Mural decorativo en la DeWitt Clinton High School, Nueva York, que representa al gobernador DeWitt Clinton vertiendo agua del lago Erie en el océano Atlántico durante la ceremonia de 1825 que celebró la “Unión de las Aguas” entre el lago Erie y el Atlántico. (Fuente: Erie Canal Historical Images site)

El Canal Erie simbolizó la ambición estadounidense, superando desafíos naturales como densos bosques, terrenos rocosos y complicaciones logísticas. De forma similar, el Canal de Panamá —finalizado en 1914— se erigió como una proeza de la ingeniería que destacó la capacidad y el liderazgo global de Estados Unidos. Ambos proyectos reflejan cómo las infraestructuras estratégicas pueden convertirse en símbolos del auge de una nación.

La agenda “America First” de Trump también otorga un papel central a las infraestructuras como medio para recuperar y preservar la grandeza nacional. Retomar el control del Canal de Panamá encajaría perfectamente con esta visión, presentando al canal no solo como un activo estratégico, sino también como un símbolo tangible del poder estadounidense y de su capacidad para ejecutar proyectos audaces y visionarios.

El éxito del Canal Erie residió en su capacidad para mantener la autonomía económica de Estados Unidos. Al conservar las rutas comerciales dentro de sus fronteras, el país logró que los beneficios e influencia permanecieran en manos nacionales.

Hoy en día, el Canal de Panamá representa una realidad muy distinta a la que vivió durante gran parte del siglo XX, cuando estuvo bajo control estadounidense. Desde su transferencia a Panamá en 1999, el canal se ha convertido en un punto de debate sobre el control extranjero y la creciente influencia china en la región.

Una filial de CK Hutchison Holdings, con sede en Hong Kong, gestiona dos puertos ubicados en las entradas del canal, mientras que empresas chinas han invertido más de 1.000 millones de dólares en la construcción de un nuevo puente sobre el canal. Aunque estas inversiones están separadas de la gestión y operación directa del canal, suponen una mayor presencia china en la infraestructura clave de Panamá y, en general, en América Latina. Este creciente involucramiento ha generado inquietudes en Estados Unidos sobre la pérdida de control estratégico sobre esta vía comercial crucial, inquietudes que se reflejan en las recientes declaraciones de Donald Trump en Navidad de 2024.

En respuesta a las afirmaciones de Trump, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, rechazó públicamente estas acusaciones durante una rueda de prensa, afirmando: “No existe absolutamente ninguna interferencia ni participación china en nada relacionado con el Canal de Panamá”. La Autoridad del Canal de Panamá, una agencia gubernamental autónoma, gestiona el canal desde diciembre de 1999, tras la firma de los Tratados Torrijos-Carter en 1977, que garantizaron la neutralidad del canal y el acceso abierto al comercio internacional.

Map of the Erie CanalMapa del Canal Erie. Mapa que muestra la ruta del Canal Erie desde Waterford, en el río Hudson, hasta el lago Erie. (Fuente: Minnesota Libraries Publishing Project)

Según la Mid-America Freight Coalition, el Canal de Panamá representa aproximadamente el 12 % del producto interior bruto (PIB) de Panamá. Las tarifas estándar para el tránsito de buques portacontenedores oscilan entre 60.000 y 300.000 dólares, pero los tiempos de espera provocan que muchas empresas paguen tarifas adicionales para agilizar el paso. Durante la sequía de 2023, que provocó demoras considerables, el grupo japonés Eneos llegó a pagar casi 4 millones de dólares para que uno de sus barcos cruzara el canal.

Así como el Canal Erie impulsó la expansión económica de Estados Unidos en el siglo XIX, Trump considera el Canal de Panamá una herramienta esencial para contrarrestar la influencia extranjera y mantener la hegemonía geopolítica estadounidense. Recuperar el control del canal, según su visión, permitiría reforzar la posición de Estados Unidos en la región y reducir su dependencia de potencias extranjeras en materia de infraestructura comercial clave

La historia del Canal Erie refleja los desafíos que enfrentan proyectos de gran envergadura. En 1809, el entonces presidente Thomas Jefferson calificó la idea de construir un canal en el estado de Nueva York como “poco menos que una locura”. Los oponentes políticos de DeWitt Clinton, un grupo republicano conocido como los Bucktails, se burlaron del proyecto llamándolo “La locura de Clinton” y buscaron apartarlo de la comisión encargada de la obra. Sin embargo, no lograron su objetivo. La finalización del Canal Erie marcó un punto de inflexión en el ascenso económico de Estados Unidos y contribuyó a la reelección de Clinton como gobernador de Nueva York en 1826.

De manera similar, el interés de Trump por el Canal de Panamá puede interpretarse como parte de un esfuerzo mayor por consolidar su legado político. Al intentar recuperar el control del canal, Trump podría proyectarse como defensor de la soberanía estadounidense y del dominio comercial global, en línea con su narrativa de “restaurar la grandeza de Estados Unidos”.

Ambos canales, separados por casi un siglo de historia, ponen de relieve el papel clave de las infraestructuras en la evolución de las naciones y en el éxito político de quienes lideran estos proyectos. No obstante, el paso del tiempo y los avances tecnológicos redefinen la relevancia de estas obras. El Canal Erie, que alguna vez fue el motor económico del país, terminó cediendo protagonismo ante el auge del ferrocarril y hoy en día es mayormente una atracción turística.

El Canal de Panamá enfrenta desafíos similares. Nuevas rutas comerciales, como los corredores árticos impulsados por el deshielo, y la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, plantean alternativas que podrían restar importancia estratégica al canal en el futuro.

La infraestructura de un país moldea su crecimiento económico, su influencia geopolítica y los legados políticos, convirtiéndose así en un pilar fundamental de las políticas y estrategias nacionales.

Tanto el Canal de Panamá como el Canal Erie simbolizan visiones audaces del poder estadounidense. Sin embargo, también evidencian los desafíos que implica mantener la hegemonía en un mundo en constante cambio. Estos ejemplos históricos destacan las complejidades y los posibles obstáculos que enfrenta la visión de Donald Trump de recuperar el control del Canal de Panamá.

Imagen: Panamá, 6 de septiembre de 2024. Fotografía aérea tomada por dron que muestra un buque de carga navegando por el Canal de Panamá, cerca de la Ciudad de Panamá, el 28 de agosto de 2024. El Canal de Panamá, que conecta los océanos Pacífico y Atlántico, se extiende por más de 80 kilómetros y es una de las vías comerciales más importantes del mundo. El canal fue inaugurado oficialmente el 15 de agosto de 1914 y este año celebra el 110.º aniversario de su apertura. © IMAGO / Xinhua
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