After 25 years of negotiations, the European Union and Mercosur have agreed to a deal which would create the largest free trade area in the world. With fewer restrictions and imports on many goods, South American and some European leaders are celebrating this milestone. However, while this deal is highly beneficial for some, such as the Germans, others remain increasingly skeptical of its benefits and fearful of its potential impacts on their domestic economy.
Reed McIntire
27 de enero de 2025
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El 6 de diciembre de 2024, la Unión Europea cerró un acuerdo comercial con el bloque económico sudamericano Mercosur. Este pacto, que tardó más de 20 años en concretarse, permitirá el libre comercio entre ambos bloques. Aunque los líderes de la UE celebran este logro como un hito histórico, el acuerdo también ha revelado profundas divisiones dentro de la ya fragmentada unión.
Uno de los principales opositores al acuerdo es el presidente francés Emmanuel Macron. A pesar de su ideología centrista y su apoyo al libre mercado, Macron y su gobierno temen las consecuencias que podrían tener los productos sudamericanos para los agricultores franceses. Dado que los costos de producción en países como Brasil o Argentina son considerablemente más bajos, las importaciones provenientes de estos mercados podrían desplazar a los productores locales, afectando gravemente sus ingresos y competitividad. Además, agricultores y sindicatos franceses critican los estándares de calidad de los productos de Mercosur, considerándolos inferiores a los exigidos en la Unión Europea.
Francia no está sola en su oposición. Austria, Irlanda y Polonia también han expresado su rechazo al acuerdo. Sin embargo, para bloquearlo definitivamente, se necesitaría el apoyo de más miembros. Por ello, Macron ha intentado convencer a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien se muestra cada vez más escéptica sobre los efectos que el pacto podría tener en los productores europeos. No obstante, Meloni mantiene una postura ambigua y, hasta ahora, se ha negado a unirse por completo al bloque opositor, frustrando los esfuerzos de Macron.
Por otro lado, Alemania, el otro líder de facto de la Unión, respalda firmemente el acuerdo. Para el gobierno alemán, este pacto representa una oportunidad clave para impulsar sus exportaciones y dinamizar su economía, que se encuentra estancada. Alemania es el mayor exportador europeo hacia Mercosur, con un valor total de exportaciones de 16.000 millones de euros en 2023. Las autoridades alemanas confían en que este acuerdo pueda revitalizar su economía y reforzar su posición comercial.
Sin embargo, Alemania podría ser el único gran beneficiado europeo de este acuerdo. Otros países miembros no exportan tanto al bloque sudamericano y, en muchos casos, sus importaciones superan sus exportaciones. Por ejemplo, en 2023, los Países Bajos exportaron bienes por un valor de 6.200 millones de euros a Mercosur, pero importaron productos por 13.300 millones. Aunque los casos de Italia y Francia no son tan marcados, sus cifras de importación se acercan lo suficiente a las de exportación como para generar preocupación y debate.
Por supuesto, los europeos no son los únicos actores en esta decisión. Para los miembros de Mercosur, este acuerdo ha sido una prioridad durante años. Sin embargo, a diferencia de sus homólogos europeos, la mayoría de los líderes de Mercosur han recibido la noticia con entusiasmo.
El mayor miembro del bloque, Brasil, ha mostrado un especial entusiasmo por el acuerdo, viéndolo como una oportunidad para ampliar sus exportaciones y atraer fondos que permitan modernizar su economía. Como uno de los principales productores agrícolas, especialmente de carne y productos de origen animal, Brasil espera obtener importantes beneficios, especialmente debido a la ventaja competitiva que sus exportaciones agrícolas ya poseen gracias a los menores costos de producción.
Sin embargo, expertos y legisladores brasileños siguen preocupados por el futuro de los sectores económicos menos desarrollados del país. En particular, los sectores farmacéutico, de maquinaria y de equipos eléctricos podrían no ser capaces de competir con los productos europeos. No obstante, el gobierno brasileño considera que los beneficios potenciales superan los riesgos y ha acogido el acuerdo con los brazos abiertos.
Junto a Brasil, Argentina también mantiene una postura optimista respecto al acuerdo. A pesar de sus críticas al bloque Mercosur, el presidente argentino Javier Milei afirmó que el grupo “no podía dejar pasar oportunidades comerciales”. Firme defensor del libertarismo y del libre comercio, Milei ha criticado repetidamente al bloque por, según él, obstaculizar el desarrollo económico de Argentina debido a las estrictas regulaciones en el comercio con terceros países. Por lo tanto, este acuerdo podría representar una solución a los problemas económicos del país tras los niveles récord de inflación y desempleo.
A pesar de la aparente apertura y aceptación de sus respectivos gobiernos, las sociedades civiles y los sindicatos a ambos lados del Atlántico siguen siendo críticos con el acuerdo. Para ellos, este pacto corre el riesgo de fomentar prácticas agrícolas dañinas para el medio ambiente en Sudamérica para satisfacer la creciente demanda europea, al tiempo que perpetúa una relación desigual entre ambas regiones. Aunque el acuerdo promete impulsar el desarrollo económico de los países de Mercosur, estos críticos consideran que las desigualdades podrían agravarse debido a la inevitable privatización que se generaría con el aumento de las inversiones de capital europeo en la región. Con este argumento, más de 400 organizaciones de la sociedad civil y sindicatos firmaron en noviembre de 2024 una carta abierta pidiendo el rechazo del acuerdo.
Los impactos reales del acuerdo aún están por verse. Sin embargo, está claro que, aunque se celebra como un hito en la cooperación internacional, los posibles riesgos y efectos negativos son considerables. Además, las ventajas del acuerdo podrían beneficiar únicamente a un grupo selecto de países y productores, mientras que el resto asumiría la mayor parte de los costos. En cualquier caso, las consecuencias futuras de este acuerdo influirán en el desarrollo económico entre la UE y Mercosur durante los próximos años.