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Boeing, el gigante aeroespacial estadounidense, va de desastre en desastre en sus relaciones públicas. Los que se atreven a hablar lo hacen bajo su propio riesgo. El último problema de Boeing es su programa espacial, con dos astronautas atrapados en el espacio. Una investigación tras otra no ha llevado a ninguna parte. El recién nombrado CEO de Boeing tiene mucho trabajo por delante.

Boeing, una vez la joya de la corona de la industria de defensa estadounidense, está luchando por recomponerse. Ya se trate de sus aviones o de su programa espacial, Boeing ha incumplido sistemáticamente con normas de calidad y seguridad. En los últimos cinco años, tres CEOs han dirigido la compañía (Dennis Muilenburg (2015-2019), Dave Calhoun (2020-2024), Kelly Ortberg (desde el 8 de agosto de 2024).

La prensa negativa de Boeing está contagiando el gobierno estadounidense, históricamente cercano al gigante aeroespacial. Boeing es un importante empleador y contratista militar y forma parte del poderoso complejo militar industrial.

Los denunciantes de las deficiencias e irregularidades de Boeing se enfrentan a represalias por parte de la empresa y dos de ellos han muerto prematuramente.

Tras múltiples investigaciones de la Administración Federal de Aviación (FAA), la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), la NASA y el Congreso, nada ha cambiado. Jennifer Homendy, presidenta de la NTSB, declaró ante el Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado en el Capitolio el 6 de marzo de 2024: “Es absurdo que dos meses después [desde la debacle de Alaskan Airlines], no tengamos [la información necesaria]”.

Los problemas de Boeing comenzaron hace una década con su 787 Dreamliner. Tras los accidentes mortales de los jets Boeing 737 MAX en 2018 y 2019, Boeing perdió más de 25.000 millones de dólares. Los accidentes mortales mataron a 346 personas. En un acuerdo reciente con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Boeing acordó declararse culpable de un cargo criminal de conspiración para defraudar al gobierno.

Si a esto le sumamos el aterrador vuelo 1282 de Alaskan Airlines, que perdió una puerta en pleno vuelo el 5 de enero de 2024 (la puerta no alcanzó por poco la casa de un profesor de secundaria en Portland, Oregón), la inmovilización de los aviones Boeing 737 MAX 9 durante semanas por parte de la FAA y las piezas sueltas encontradas por Alaska Airlines y United Airlines en los aviones 737 MAX 9 inmovilizados, es más que evidente que Boeing tiene graves problemas de fabricación, seguridad y control de calidad.

Interior of Alaska Airlines Flight 1282 Picture: Interior of Alaska Airlines Flight 1282 on a Boeing 737 MAX 9 with blown off door. © NTSB

Cuando el 24 de enero de 2024 el entonces CEO de Boeing, Dave Calhoun, declaró que tenía “… plena confianza en la seguridad de nuestros aviones”, sonaba más bien al “la dama protesta demasiado” de Hamlet. El optimismo de Calhoun no fue compartido por el informe de la FAA, lanzado tras el incidente de Alaskan Air, que confirmó que faltaban cuatro pernos críticos en el avión. La FAA criticó duramente la cultura de seguridad de Boeing y su falta de voluntad para compartir información.

A finales de febrero de 2024, la FAA dio a los funcionarios de Boeing 90 días para desarrollar un plan integral para abordar “problemas sistémicos de control de calidad para cumplir con las normas de seguridad no negociables de la FAA”. En marzo de 2024, la FAA “encontró múltiples casos en los que la compañía supuestamente no cumplía con los requisitos de control de calidad de fabricación”, que incluían el “control del proceso de fabricación, la manipulación y el almacenamiento de piezas y el control del producto”. Semanas antes del infernal viaje de Alaska Airlines, Boeing fue acusada de ignorar sistemáticamente los problemas de seguridad de los aviones MAX 9.

El 9 de marzo de 2024, John Barnett, antiguo responsable de control de calidad de Boeing convertido en denunciante, fue encontrado muerto con una herida de bala. Barnett había trabajado en la planta de Boeing en Carolina del Sur. Aunque el informe del forense afirmaba que Barnett murió “de lo que parece ser una herida de bala autoinfligida”, las especulaciones en torno a su muerte no han cesado. Desde 2017, Barnett mantenía una batalla legal con su antiguo empleador, al que acusaba de tomar represalias contra él por plantear problemas de seguridad en los aviones comerciales de la compañía. Su familia refuta la narrativa del suicidio. “Estaba deseando que llegara su día en los tribunales y esperaba que eso obligara a Boeing a cambiar su cultura”, declaró su familia en un comunicado.

Un segundo denunciante también murió el 30 de abril de 2024 tras testificar contra Boeing. Joshua Dean, antiguo auditor de calidad de Spirit AeroSystems, proveedor de Boeing, fue uno de los primeros denunciantes en denunciar el cuerpo de liderazgo de Spirit que, según él, ignoraba sistemáticamente los defectos de fabricación del 737 MAX. Murió tras contraer MRSA en el hospital. Dean había llevado un estilo de vida saludable y gozaba de excelente salud antes de su repentina muerte a los 45 años. En octubre de 2022, Dean informó de que había encontrado un grave defecto de fabricación en el MAX. Tras informar de ello a la dirección, no se hizo nada y Dean fue finalmente despedido por Spirit en abril de 2023.

El último desastre de relaciones públicas que ha afectado a Boeing ha sido un informe publicado por la Oficina del Inspector General (OIG) de la NASA el 8 de agosto de 2024 en el que se deja claro que persisten problemas significativos con el trabajo de Boeing en la versión Block 1B del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA en la Instalación de Ensamblaje Michoud de Nueva Orleans. El informe señala la falta por parte de Boeing de un “sistema de gestión de calidad aceptable y de mano de obra competente”.

“Según funcionarios de la DCMA (Agencia de Gestión de Contratos de Defensa), el proceso de Boeing para abordar el incumplimiento contractual ha sido ineficaz, y la empresa generalmente no ha respondido a la hora de tomar medidas correctivas cuando se repiten los mismos problemas de control de calidad”.

El informe enumeraba 71 Solicitudes de Acción Correctiva (CARs) emitidas por la DCMA entre septiembre de 2021 y septiembre de 2023 en relación con el trabajo de Boeing en Michoud para el SLS. De estas CARs, 24 afectaban a equipos de seguridad críticos. Según la DCMA, este número es inusualmente alto para un programa de vuelos espaciales en esta fase de desarrollo.

La NASA ha rechazado sanciones económicas por el incumplimiento de los controles de calidad por parte de Boeing.

Dos astronautas estadounidenses, Butch Willmore y Suni Williams, se encuentran ahora atrapados en el espacio debido a la incapacidad de Boeing para devolverlos a la Tierra por motivos de seguridad. Willmore y Williams fueron los primeros pilotos de la nueva cápsula Starliner de Boeing. Lo que se suponía que iba a ser un viaje de dos semanas al espacio puede durar hasta ocho meses, hasta febrero de 2025. Es probable que una estancia espacial tan prolongada afecte negativamente a sus cuerpos.

SpaceX, la empresa de Elon Musk, tiene previsto lanzar su próxima misión en septiembre de 2024 y se especula con la posibilidad de que dos de los astronautas que en un principio iban a embarcar en el vuelo de SpaceX se queden para que Wilmore y Williams puedan regresar a la Tierra.

La NTSB concluyó su tal llamada Audiencia de Investigación los días 6 y 7 de agosto de 2024. La audiencia sacó a la luz miles de páginas de documentos recién publicados que demuestran que Boeing tuvo problemas con su proceso de ensamblaje del 737 MAX mucho antes de la explosión de Alaskan Airlines en enero de 2024. Tras más de 20 horas de testimonios y siete meses de investigación, la NTSB y Boeing han sido incapaces de “averiguar” quiénes fueron los trabajadores que olvidaron los pernos o cómo el avión 737 MAX salió de las instalaciones de Boeing sin esas piezas críticas. Las audiencias confirmaron que los fallos de Boeing son de naturaleza sistémica. Se espera que el informe final de la NTSB tarde entre un año y 18 meses.

Mientras Boeing sigue siendo investigada por el FBI —que ha comunicado a los pasajeros del vuelo de Alaska Airlines que podrían ser víctimas de un delito—, el Departamento de Justicia empujó a Boeing a declararse culpable de un cargo de conspiración para cometer fraude tras constatar que no cumplió un acuerdo anterior relacionado con la aprobación reglamentaria del MAX.

El nuevo CEO de Boeing, Robert “Kelly” Ortberg, dejó clara su máxima prioridad en su primer día en el cargo, el 8 de agosto de 2024: “La vida de las personas depende de lo que hagamos cada día y debemos tenerlo presente en cada decisión que tomemos”.

¿Llegará por fin este mensaje a Boeing? O ¿Boeing va de salida?

Foto: Boeing Threatened By Criminal Investigation, foto fechada el 18 de junio de 2023. El Boeing 737 MAX es la cuarta generación del Boeing 737, un avión de fuselaje estrecho fabricado por Boeing Commercial Airplanes, división de la compañía estadounidense Boeing. Es el sucesor de Boeing 737 Next Generation y compite con la familia Airbus A320neo. La nueva serie se anunció el 30 de agosto de 2011. El Departamento de Justicia estadounidense (DoJ) ha confirmado la apertura de una investigación penal a Boeing. La negligencia en el origen del accidente del vuelo de Alaska Airlines podría poner en duda el acuerdo alcanzado en 2021 con la justicia estadounidense, que permitió a Boeing eludir un juicio por los siniestros de 2018 y 2019. Foto de Thomas Arno © IMAGO / ABACAPRESS
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