¿Podría el plan de Albania de crear en Tirana un microestado al estilo del Vaticano para la Orden Bektashi revolucionar la libertad religiosa o se trata de una distracción política ante el creciente malestar en el país? ¿Será esta medida sin precedentes un modelo de coexistencia pacífica entre religión y Estado o abrirá la puerta a desafíos de gobernanza y favoritismos?
Meric Sentuna Kalaycioglu
5 de diciembre de 2024
English version
El Primer Ministro de Albania, Edi Rama, podría estar intentando desviar la atención de la creciente agitación política y social en el país mediante la propuesta de crear un microestado dentro de Tirana, la capital de Albania. Desde que asumió el poder en 2013, Rama ha enfrentado una ola de protestas, con manifestantes exigiendo su dimisión en medio de acusaciones de corrupción y autoritarismo. Estas protestas se han intensificado, con enfrentamientos entre la policía y los manifestantes en Tirana. ¿Podría este movimiento ser una distracción estratégica, una forma de retratar a Albania como un defensor de la libertad religiosa y la tolerancia mientras se minimizan los fracasos del gobierno?
El nuevo microestado soberano dentro de Tirana está inspirado en el Vaticano, la sede de la Iglesia Católica Romana. Será la sede de la Orden Bektashi, una secta musulmana sufí con profundas raíces históricas en la región. El Primer Ministro Edi Rama anunció la iniciativa el 21 de septiembre de 2024, calificándola como un hito histórico que otorgaría a la Orden Bektashi un nivel de autonomía sin precedentes. Durante un discurso en la Asamblea General de la ONU el 22 de septiembre, Rama describió el microestado como: “un nuevo centro de moderación, tolerancia y coexistencia pacífica.”
Sin embargo, este ambicioso plan plantea varias preguntas complejas sobre la relación entre soberanía, religión y gobernanza. El proyecto, concebido por el clérigo musulmán Edmond Brahimaj, conocido como Baba Mondi en Albania, busca otorgar a la comunidad Bektashi un estatus único similar al del Vaticano en Roma, funcionando de manera independiente dentro de Albania. El microestado, que abarcará 27 acres en el corazón de Tirana, tendría sus propias estructuras de gobernanza y posiblemente emitiría sus propios pasaportes, un hecho sin precedentes en el mundo musulmán.
La Orden Bektashi, que combina elementos islámicos con tradiciones locales y misticismo, data del siglo XIII y ha estado centrada en Albania durante mucho tiempo. A pesar de haber enfrentado persecución en varios momentos de su historia, la secta ha mantenido una presencia significativa, especialmente en los Balcanes y entre su diáspora. Para el Primer Ministro Rama, esta iniciativa podría fortalecer la imagen de Albania como una sociedad pluralista que defiende la libertad religiosa en una región a menudo marcada por tensiones religiosas.
Aunque el plan ha sido elogiado por académicos como el Dr. Albert Rakipi, presidente del Instituto Albanés de Estudios Internacionales, como una solución creativa para promover la tolerancia religiosa, la cuestión crítica es si Albania podrá equilibrar la soberanía del microestado con sus leyes nacionales. En un país predominantemente secular, la creación de un microestado religioso podría generar preocupaciones sobre favoritismos, potencialmente alimentando más divisiones dentro de la sociedad. Además, la oposición al plan ha surgido más allá de las fronteras de Albania, con la comunidad musulmana de Serbia expresando una fuerte desaprobación, argumentando que dicho microestado es parte de un plan de Edi Rama para fortalecer el panalbanianismo. Los bektashis en Turquía también han criticado la propuesta, argumentando que el concepto de estado es incompatible con los principios del bektashismo.
La idea de un “Estado Soberano de los Bektashi” podría ofrecer un modelo teórico para la coexistencia pacífica entre religión y estado, pero su ejecución práctica plantea riesgos significativos. Mientras que el modelo del Vaticano ha funcionado bien para el catolicismo, replicarlo para una pequeña secta sufí dentro de una nación de mayoría musulmana es algo sin precedentes. Además, la iniciativa llega en un momento en que Albania enfrenta crecientes desafíos internos, lo que genera preguntas sobre la verdadera motivación detrás del plan.