La guerra entre Ucrania y Rusia y la guerra de Israel contra Gaza están reconfigurando el equilibrio de poder mundial. Estados Unidos ya no puede continuar sosteniendo su hegemonía mundial. Está surgiendo un nuevo orden multipolar. Rusia, China y posiblemente otros actores globales como India, Brasil, Turquía e Irán compartirán el papel que antes ocupaba el EE. UU. tras la caída de la Unión Soviética. El apoyo inequívoco de Occidente a Israel y su dependencia en materia de seguridad de Estados Unidos a través de la OTAN han determinado el papel internacional y las opciones de seguridad de la mayoría de las naciones europeas, especialmente del Reino Unido y Alemania.
Susanne Weigelin-Schwiedrzik
1 de marzo de 2024
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Dos años después del inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania, el mundo está sumido en el desorden. Un mundo en desorden lucha por un nuevo orden, precisamente para aportar nueva estabilidad y predictibilidad a este insoportable desorden. Actualmente se discute mucho en todas partes sobre el hecho de que la época en la que Estados Unidos dominaba el mundo como la potencia más fuerte ha llegado a su fin y que el mundo está entrando ahora en una fase de multipolaridad.
Se articulan diversas ideas: El país donde más se habla de multipolaridad es Rusia. Rusia ve la multipolaridad como un orden mundial en el que al menos tres grandes potencias están al mando. China, por su parte, vacila entre dos opciones. Cuando Xi Jinping viaja a Moscú, coincide con Putin en que el orden mundial debe redefinirse en términos de multipolaridad. Sin embargo, cuando se reúne con Joe Biden, como hizo recientemente en San Francisco, insiste en que el mundo sólo puede recuperar su orden y estabilidad mediante la cooperación entre China y Estados Unidos, y probablemente tenga en mente un orden bipolar.
Otra variante de la idea de multipolaridad es la que proponen aquellos países que esperan ganarse un lugar en la mesa de la multipolaridad además de las tres grandes potencias como parte de la reorganización global, como India, pero también Turquía, Brasil e Irán, por nombrar sólo algunos de los candidatos. Los países europeos y Japón, que en épocas anteriores se daban por descontados como polos de un orden multipolar, ya no figuran entre los países más poderosos del mundo. Esto tiene que ver con su falta de fuerza militar, sus problemas económicos y su estrecha cooperación con EE. UU., que algunos han criticado como “vasallaje”.
Aún no está claro si los actuales esfuerzos europeos por asumir la carga principal de apoyar a Ucrania ante un posible cambio en el liderazgo político de EE. UU. repercutirán en la posición de Europa en un futuro orden multipolar y si Europa podrá recuperar un lugar significativo en los asuntos mundiales.
La rivalidad entre las tres potencias nucleares —EE. UU., China y Rusia— consiste en determinar cuál de las tres potencias del triángulo estratégico puede influir significativamente en las acciones de los otros dos rivales. Se desarrolla en los ámbitos económico, tecnológico-científico y militar, en parte porque se desea evitar una guerra entre las potencias nucleares, es decir, una guerra mundial nuclear.
Sin embargo, si se considera que no se puede prescindir de los medios militares, el resultado es un conflicto en un tercer territorio, como en Ucrania. En esta guerra, Rusia, como una de las tres grandes potencias nucleares, está directamente implicada como agresor, mientras que EE. UU. actúa abiertamente en un segundo plano y China ejerce una influencia indirecta como un potencial moderador.
En Asia del Este, hay dos territorios disponibles para una guerra de poder de este tipo. Aquí, un ataque militar de la República Popular China contra Taiwán podría crear una situación comparable a la de Ucrania en este sentido. Sin embargo, Estados Unidos tiene la obligación de prestar asistencia a Taiwán y, por tanto, existe el riesgo de un enfrentamiento militar entre dos de las tres potencias nucleares. Por este motivo, entre otros, la RPC (República Popular China) y EE. UU. acordaron en la última reunión entre Joe Biden y Xi Jinping en San Francisco en noviembre de 2023 no cuestionar el statu quo en Taiwán.
El segundo lugar lo ocupa Corea del Norte. El hecho de que la constitución norcoreana haya sido modificada recientemente para que ya no se busque la reunificación, despeja el camino para un ataque de Corea del Norte a Corea del Sur. EE. UU. debe entenderlo como un ataque a EE. UU. si afecta a zonas donde hay soldados estadounidenses estacionados. Kim Jong Un tiene así la llave para desencadenar un conflicto militar en Asia del Este que requiera la implicación directa de EE. UU. Frustrando así los cálculos de EE. UU. y la República Popular China para gestionar los focos de conflicto de manera que las dos superpotencias decidan sobre la guerra y la paz en Asia del Este.
El armamento acelerado de Corea del Norte con la ayuda de Rusia hace posible un ataque nuclear contra las tropas estadounidenses estacionadas en Corea del Sur. Un ataque de este tipo podría plantearse, por ejemplo, si la guerra en Europa se extendiera al territorio de la OTAN. Tanto EE. UU. como China se verían presionados a actuar, ya que Rusia tendría una oportunidad adicional de imponer ante EE. UU. una guerra de dos frentes.
Sin embargo, veremos aún más guerras como la que se está desarrollando actualmente en el Medio Oriente, que surgen porque EE. UU., asumiendo su estatus de hegemonía mundial, está sufriendo un sobreesfuerzo y, por tanto, no está en condiciones de intervenir como “policía mundial” dondequiera que estallase un conflicto. Los conflictos armados en la periferia de Rusia demuestran que no sólo EE. UU. se ve afectado por este problema. China está siendo desafiada actualmente por insurgentes en su frontera con Myanmar.
Por tanto, la multipolaridad ya existe, pero aún se encuentra en una fase de transición. Aún no está claro si prevalecerá la multipolaridad triangular u otra forma. La multipolaridad con más de tres actores tiene desventajas porque permite muchas alianzas, sobre todo cambiantes. La multipolaridad abre muchas posibilidades, pero, como sabemos por los acontecimientos que condujeron a la Primera Guerra Mundial, está plagada de muchos riesgos y en sí no evita la guerra. Ahora, el mundo busca un nuevo orden a partir del desorden.