La minería ilegal de oro en las selvas amazónicas de Perú, Brasil y Venezuela está causando consecuencias irreversibles y sin precedentes para los pueblos indígenas y sus tierras. Se requieren medidas inmediatas para salvar a la Amazonía y al pueblo yanomami de la destrucción y extinción total. Sônia Guajajara, la recién nombrada Ministra de Asuntos Indígenas de Brasil, es la primera mujer indígena en ocupar este cargo. Guajajara, el presidente Lula da Silva y su nueva ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, lucharán por preservar al pueblo yanomami y detener la minería ilegal de oro y la deforestación en la selva amazónica. Solo el tiempo dirá si esta batalla contra las prácticas sin escrúpulos de los mineros ilegales de oro tendrá éxito.
Angeladora Novi, 26 de mayo de 2023
Brasil, uno de los principales productores de oro del mundo, en los últimos cuatro años ha experimentado un aumento significativo en las áreas de extracción de oro, lo que ha llevado a un aumento en su producción y sus exportaciones de oro. En 2021 y 2022, Brasil produjo 61 y 60 toneladas de oro, respectivamente. Al mismo tiempo, los datos estadísticos muestran que en 2021 los ingresos por exportaciones de oro del país equivalieron a USD 5,290 millones, un aumento de casi 8% en comparación con 2020. Sin embargo, los costos humanos, éticos y ambientales de una producción tan extensa de uno de los minerales más valiosos de la tierra son altos.
La tierra yanomami, la mayor reserva indígena de Brasil situada en el norteño estado de Roraima, es uno de los territorios brasileños más afectados por la expansión de las actividades mineras de oro. Cientos de yanomami fueron encontrados en condiciones que amenazaban sus vidas como resultado directo del aumento en el número de minas de oro ilegales en el territorio, lo que provocó que su gente sufriera hambre y otras enfermedades mortales. Como consecuencia, el recién nombrado Ministro de Salud de Brasil declaró una emergencia de salud pública en la región.
La reserva Yanomami, un vasto territorio de aproximadamente 9,6 millones de hectáreas, un área del doble del tamaño de Suiza, es un páramo escondido en las profundidades de la selva amazónica. Los aproximadamente 25 000 aborígenes que habitan la reserva yanomami están repartidos en 370 aldeas y viven de la pesca, la caza y la recolección de frutas.
Si bien el pueblo yanomami ha vivido en estos territorios durante siglos, hoy sus antiguas tradiciones, su cultura y, lo que es más importante, sus vidas corren grave riesgo. Entre 2019 y 2022, la industria minera ilegal provocó tasas de deforestación sin precedentes en la tierra yanomami, lo que llevó a la destrucción de 5053 hectáreas de su territorio. La pérdida del bosque y su ecosistema ha tenido consecuencias trágicas para la vida de los pueblos indígenas conectados espiritualmente con su tierra. Su supervivencia está estrictamente relacionada con la supervivencia del territorio natural circundante, que es la fuente de su sustento básico, los alimentos y las medicinas incluidos. La deforestación del entorno amazónico es solo uno de los múltiples problemas catastróficos relacionados con la minería ilegal de oro.
Los más de 25 000 mineros de oro, llamados localmente garimpeiros, que han ingresado a la patria yanomami, un territorio protegido donde la minería es ilegal, son la causa de muchos problemas que eventualmente pueden llevar a la extinción de los habitantes locales. El mercurio, que los mineros suelen utilizar para separar el oro de la roca, contamina la tierra y los ríos, lo que representa una amenaza para aquellos cuyos alimentos provienen de suelos y aguas contaminados. Se encontraron altos niveles de mercurio en la sangre del 92% de los yanomami, lo que aumenta las patologías neurológicas, las enfermedades del corazón y el cáncer.
Además de contaminar el medio ambiente, los garimpeiros traen malaria, gripe, Covid 19 y otras enfermedades respiratorias. En 2022, el 10% de los casos de malaria registrados en Brasil se registraron en la región yanomami, y el 30% de las muertes de niños en el territorio indígena fueron causadas por neumonía.
Por último, pero no menos importante, los casos de violación y violencia cometidos por los invasores contra niños y mujeres también han alcanzado cifras récord en la zona. La interrupción de la cadena alimentaria debida a la alta contaminación, combinada con niveles de infecciones letales sin precedentes y problemas de seguridad: estos son todos elementos que amenazan la existencia de una de las pocas comunidades indígenas que siguen viviendo en la selva tropical más grande del mundo.
La tierra indígena fue invadida por los primeros buscadores en la década de 1970. Un estudio geológico publicado por el gobierno brasileño sobre las reservas potenciales de minerales valiosos en el territorio Yanomamai pronto llamó la atención de los buscadores de oro y uranio. Durante las siguientes dos décadas, la región fue testigo de la invasión de los primeros garimpeiros y sufrió las consecuencias de la actividad minera. No solo los ríos tenían altos niveles de contaminación por mercurio, sino también la comunidad indígena se vio afectada por brotes mortales de sarampión y tuberculosis.
Recién en 1992, cuando el gobierno declaró el territorio yanomami reserva natural y cerró la zona a las actividades mineras, los habitantes indígenas comenzaron a tener una vida más sana y segura. Aunque algunos buscadores permanecieron en el área, la situación mejoró drásticamente hasta 2019, cuando Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil. Durante su campaña electoral de 2018, el expresidente ultraderechista había asegurado para su partido el firme apoyo de los buscadores de oro con su política de libre acceso a la minería en la selva amazónica.
Poco después de que Bolsonaro asumiera el cargo, la invasión de los garimpeiros en la región yanomami comenzó a alcanzar niveles máximos. Impulsada por la creencia de que la reserva era demasiado grande para pertenecer a una tribu indígena de menos de 30 000 personas, la nueva presidencia comenzó a emitir decretos para impulsar la extracción de minerales preciosos con enfoque exclusivo en la región amazónica.
Si bien las políticas de Brasil formaban parte de un plan para desarrollar la minería artesanal y de pequeña escala, la mayoría de las minas de oro en la Amazonía estaban altamente mecanizadas y lejos de utilizar formas simples de exploración, extracción y métodos de transporte, que caracterizan a la minería artesanal. La Constitución brasileña reconoce la minería artesanal como legítima, pero el Código de Minería de 1967, el principal marco normativo, declara que la minería artesanal está prohibida en las reservas indígenas. Las actividades de los garimpeiros en la región yanomami no solo son desastrosas para el medio ambiente sino también contra el Código Minero de 1967.
La proliferación de la actividad minera ilegal de oro en tierras indígenas es una parte relativamente pequeña del daño ambiental causado por la administración de Bolsonaro. La deforestación creció un 60% respecto al gobierno anterior, mientras que la invasión de tierras indígenas y la minería ilegal aumentaron un 212% y un 125% respectivamente.
La precaria situación se hizo evidente solo al empezar del año 2023 a través de la administración del nuevo presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. Tras una visita a dos hospitales que atienden a aborígenes de la región yanomami, Lula afirmó públicamente que lo que había presenciado en la región de Roraima era un genocidio por el cual su antecesor, Bolsonaro, tenía que ser considerado responsable. Para hacer frente a la situación de emergencia, el Ministerio de Salud estableció un centro de emergencia público. Se distribuyeron más de 30 toneladas de alimentos a las comunidades locales y los casos más graves fueron trasladados a Boa Vista, la capital de Roraima. Al mismo tiempo, el gobierno brasileño lanzó una operación para expulsar a los garimpeiros de la región yanomami.
La promesa de Lula de detener la minería ilegal y poner fin a la deforestación es una tarea desafiante. Sin embargo, algunos de los primeros movimientos políticos de Lula dan espacio al optimismo. El nombramiento como primera mujer indígena en ocupar el cargo de titular de un Ministerio de Asuntos Indígenas y ambientalista como Ministra de Medio Ambiente, que lideró una exitosa lucha contra la deforestación durante la primera presidencia de Lula 2003-2008.
Con el segundo mandato de Lula como presidente y sus políticas a favor de los derechos humanos y de protección del medio ambiente, se puede asegurar la futura supervivencia de la tierra yanomami y su gente.