Gabriel Boric ganó las reñidas elecciones presidenciales chilenas del 19 de diciembre de 2021. Boric, líder del partido chileno de izquierdas, ha prometido dar un giro a la política chilena. Pretende poner en práctica sus ambiciosos programas sociales aumentando los impuestos, reduciendo las exenciones y redistribuyendo la riqueza.
Angeladora Novi and Cristiano Bartolini, 11-ene-2022
El recién elegido Presidente de Chile, Gabriel Boric, ha declarado: «Seré el presidente de todos los chilenos: tanto de los que han votado a favor de este proyecto como de los que han preferido otra alternativa o han decidido no votar». Las promesas de igualdad y unidad son habituales en los discursos postelectorales de todo el mundo. El compromiso de Trump de «cerrar las heridas de la división» en 2016, así como la garantía de Bolsonaro de una «sociedad sin discriminación ni división» en 2019 son sólo algunos de los muchos ejemplos de las atractivas promesas políticas de los presidentes recién elegidos. Lo mismo ocurrió durante el primer discurso en 2017 de Sebastián Piñera, presidente saliente de Chile, quien señaló la importancia de la diversificación de ideas, de abrir un diálogo entre todos los partidos políticos y de la relevancia de ser el presidente de todos los chilenos. Los discursos postelectorales pueden sonar todos iguales. Sin embargo, las promesas iniciales de igualdad han sido a menudo silenciosamente ignoradas, generando decepción en la sociedad civil.
No obstante, las palabras de Gabriel Boric, líder del partido chileno de izquierdas Convergencia Social, se han ganado la confianza de una considerable mayoría de los chilenos. De ahí que surja naturalmente la pregunta: ¿Por qué la elección de Gabriel Boric ha generado tanto revuelo y ha despertado poderosas esperanzas, incluso fuera de Chile y de las fronteras de América Latina? ¿Por qué los chilenos se han echado a las calles de Santiago, atascándolas como a finales de los años 80 tras el plebiscito nacional que condujo a la derrota de la dictadura de Pinochet? Para responder a estas preguntas, es útil analizar la ideología política de Boric para entender el increíble ascenso que, en un contexto político tremendamente complejo y frágil, le llevó a ser elegido como nuevo Presidente de Chile el 19 de diciembre de 2021.
Con 35 años, Boric se convierte en el segundo presidente electo más joven del mundo. Nacido en el sur de Chile pocos años antes del fin de la dictadura de Pinochet (1973 – 1990), Boric comenzó sus estudios de Derecho en 2004, que interrumpió en 2013 para centrarse en la política. Como antiguo líder de las protestas estudiantiles, ha dejado una huella notable, ya que ha iniciado y dominado manifestaciones masivas para exigir una educación mejor y más accesible. Boric es un personaje poco convencional cuyo pasado activista es de crucial importancia a la hora de entender su voluntad de utilizar el diálogo y la participación como uno de los principales pilares de sus promesas políticas. Con el 55,87% de los votos, Boric, futuro líder del país, derrotó significativamente a su oponente, José Antonio Kast, que alcanzó el 44,13% de los votos. Boric es un firme defensor de los matrimonios entre personas del mismo sexo, del colectivo LGBTQ y del derecho al aborto, y ha prometido cambios drásticos en los sistemas de salud, pensiones y educación.
Las políticas del nuevo gobierno responden a los cambios que la inmensa mayoría de los chilenos ha reclamado durante las últimas tres décadas. Los múltiples gobiernos democráticos que siguieron a Pinochet no desmontaron el sistema neoliberal implantado durante los 20 años de dictadura. En cambio, la frustración y el malestar han aumentado drásticamente como consecuencia del aumento de los costes de la educación y el transporte público. Además, los sistemas de salud y pensiones vulnerables y costosos han contribuido al crecimiento exponencial de la pobreza en el país. Según las estadísticas del Banco Mundial, Chile está considerado como uno de los países más desiguales del mundo. El modelo neoliberal ha contribuido efectivamente a aumentar el bienestar económico del país, aunque la distribución de la riqueza sigue siendo crucialmente desigual: el 1% de la población posee el 25% de su riqueza. Desencadenadas por las deficiencias de los sistemas neoliberales, las protestas masivas o el llamado estadillo social, comenzaron en octubre de 2019, haciendo que la ira y el derramamiento de sangre se apoderaran de las calles de Santiago, así como de otras ciudades importantes de todo el país. A partir de la decisión del presidente derechista Piñera, se realizó un plebiscito un año después del inicio de los disturbios. Una amplia mayoría, el 78,25%, votó en este plebiscito a favor de una nueva constitución que sustituya al anticuado texto redactado durante la dictadura.
Boric encarna los cambios que una abrumadora mayoría ha estado pidiendo. Mientras que se continúa reescribiendo el texto constitucional, hay grandes esperanzas de que se produzcan nuevas reformas que respondan a las demandas de los chilenos más vulnerables que han sufrido injusticias y se han ido empobreciendo durante décadas.
Boric, tenaz defensor de las protestas estudiantiles de 2011 y 2019 durante el estadillo social, se define como socialdemócrata y siempre se ha distanciado de cualquier política conservadora y neoliberal. En cambio, su antecesor Sebastián Piñera y su contrincante en las anteriores elecciones, José Antonio Kast, han aplicado y/o seguido abiertamente los principios de la derecha. De hecho, durante la campaña electoral, Kast destacó sus posiciones conservadoras. Políticas económicas austeras, medidas restrictivas contra los flujos migratorios y la derogación de la ley del aborto son algunos ejemplos de las medidas políticas que habría seguido durante su mandato.
En cambio, las políticas de Boric implican un diálogo abierto y destacan la importancia de alimentar la diversidad dentro del país. Cada área de su programa político está abierta a la crítica y a las políticas de respeto mutuo. Temas como el feminismo, la educación, la reforma sanitaria y el cambio climático tienen una importancia mayúscula en la agenda política del joven futuro presidente. Al mismo tiempo, Boric ha subrayado que, en un país donde aproximadamente el 20% de la población es indígena, es necesario construir un Chile multicultural garantizando los derechos de los pueblos indígenas. En este sentido, Boric pretende establecer un diálogo con las comunidades nativas para facilitar un proceso de redistribución de los recursos naturales, que han sido expropiados durante años de intenso conflicto. La creación de un proceso multicultural en el que participen todos sus electores permitiría a las comunidades indígenas sentirse más protegidas e integradas. En definitiva, el éxito de su mandato político radica no sólo en el cumplimiento de sus promesas, sino también en garantizar un proceso constituyente transparente y fluido.
Como han destacado dos conocidos economistas, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, y Thomas Piketty, autor de «El capital en el siglo XXI», las políticas financieras de Boric son diferentes a las de su predecesor y se basan en un nuevo plan cuyo objetivo es proteger la democracia al tiempo que se aumenta el crecimiento y la igualdad a costa de la parte más rica de la población. En concreto, sus políticas consisten en aumentar los impuestos a las personas con ingresos mensuales superiores a 4.500 dólares, introducir un sistema fiscal progresivo y reducir las exenciones fiscales, que son sólo algunas de las reformas previstas para reducir el déficit chileno. Además, el propósito de Boric es promover la potenciación de nuevos sectores productivos a través de una eficaz intervención estatal que apoye el desarrollo de nuevas tecnologías e iniciativas.
Felicitado por el presidente Joe Biden por las elecciones justas y libres, la presidencia de Boric tiene todo el potencial para cambiar radicalmente el país. Compartiendo su compromiso, Biden y Boric se esfuerzan por garantizar los procesos democráticos, la protección de los derechos humanos y el desarrollo sostenible. Al mismo tiempo, ambos líderes consideran necesaria una fuerte colaboración entre los dos países para abordar el cambio climático y una rápida recuperación de la pandemia.
En conclusión, los próximos cuatro años serán cruciales para el futuro de Chile, ya que podrían representar un punto de inflexión en el marco y funcionamiento de la política institucional. El mandato de Boric tiene el potencial de generar una nueva dirección política que podría tener un amplio impacto.