La jueza de Uganda en la CIJ, Julia Sebutinde, fue la única jueza que votó en contra de las seis medidas aprobadas en el fallo provisional de la CIJ a favor de Sudáfrica. Con ello fue más lejos incluso que el juez designado por Israel, Aharon Barak, que disintió en cuatro de las seis medidas. Su voto contrastó fuertemente con su postura anterior en casos similares, incluido el caso Ucrania-Rusia de 2022, en el que votó a favor de todas las medidas provisionales, que incluían la exigencia de un cese inmediato de las operaciones militares de Rusia en Ucrania.
Meric Sentuna Kalaycioglu
25 de marzo de 2024
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El 29 de diciembre de 2023, Sudáfrica solicitó a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que dictara medidas cautelares exigiendo a Israel el cese de sus operaciones militares y el fin del genocidio en Gaza. Esta maniobra jurídica no sólo puso de relieve el compromiso de Sudáfrica con la justicia internacional, sino que también puso en marcha una batalla legal con el potencial de remodelar la narrativa en torno a las acciones de Israel en Oriente Medio.
La sentencia de la CIJ del 26 de enero de 2024 marcó una coyuntura importante en el conflicto palestino-israelí. Aunque la Corte no ordenó un alto el fuego ni el cese de las acciones militares en Gaza, la orden provisional reconoció la plausibilidad de las demandas de Sudáfrica, instando a Israel a dejar de obstruir las entregas de ayuda a Gaza y a tomar medidas contra la incitación directa al genocidio. El Tribunal aprobó seis medidas provisionales, una de las cuales obligaba a Israel a proteger a los civiles palestinos de cualquier daño y a garantizar sus derechos básicos.
La jueza designada por Uganda, Julia Sebutinde, fue la única magistrada que disintió en las seis medidas aprobadas, yendo más allá incluso que el juez designado por Israel, Aharon Barak, que disintió en cuatro de las seis medidas.
La disidencia de Sebutinde es digna de mención, ya que contrasta con su postura anterior en casos similares, incluido el caso Ucrania-Rusia de 2022, en el que votó a favor de todas las medidas provisionales, que incluían exigir el cese inmediato de las operaciones militares rusas en Ucrania.
Uganda se distanció rápidamente de la postura de Sebutinde. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Uganda emitió un comunicado reafirmando la alineación de Uganda con las decisiones tomadas en la 19ª Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), celebrada en Kampala los días 19 y 20 de enero de 2024, condenando las acciones militares israelíes en Gaza y abogando por la ayuda humanitaria y los esfuerzos de reconstrucción. La declaración también subraya que la opinión de la juez Julia Sebutinde sobre este asunto es la suya propia y no representa la posición oficial del Gobierno de Uganda.
La Representante Permanente de Uganda ante las Naciones Unidas, Adonia Ayebare, escribió en X «El fallo del juez Sebutinde en la CIJ no representa la postura del Gobierno de Uganda sobre la situación en Palestina». Al desvincularse del voto de Sebutinde, Uganda se posiciona de hecho como un país que insta a Israel a dejar de matar a civiles inocentes en Gaza.
Sin embargo, a pesar de la retirada pública del apoyo de su país, la juez Sebutinde fue elegida vicepresidenta de la CIJ poco después de la sentencia provisional.
¿Qué relación mantiene Uganda con Israel? Es esencial comprender la conexión histórica entre el movimiento sionista y Uganda, que culminó en fuertes lazos militares, culturales y religiosos entre ambos países.
En 1903, los británicos propusieron el Plan Uganda, que preveía Uganda como posible patria para el pueblo judío El Secretario Colonial británico Joseph Chamberlain propuso el Plan Uganda a Theodore Herzl. La propuesta fue rechazada por el Séptimo Congreso Sionista en 1905.
Durante la visita del primer ministro israelí Levi Eshkol a Uganda en 1966, se captó una imagen entrañable en unas instalaciones militares ugandesas. Se ve a Miriam, la esposa de Eshkol, bailando junto a Idi Amin, entonces comandante de las fuerzas armadas de Uganda. Más tarde, Amin se haría con el poder mediante un golpe de Estado e implantaría una dura postura antiisraelí. Presidió Uganda durante la infame operación israelí de 1976 en Entebbe.
Desde que asumió el poder en 1986, el presidente ugandés, Yoweri Museveni, ha realizado dos visitas a Israel, con conversaciones en 2003 centradas en negocios de armas. El viaje de Museveni en 2011 fue facilitado por Rafi Eitan, un antiguo agente del Mossad con inversiones en Uganda.
En 2016, la gira por África del primer ministro Benjamin Netanyahu, marcó un momento histórico, al ser la primera visita de un primer ministro israelí al continente en décadas. Tras su visita, Jabad, uno de los movimientos jasídicos más conocidos del mundo, estableció un centro judío permanente en Kampala en noviembre de 2017, un hito significativo que marcó a Uganda como el centésimo país en acoger un centro de Jabad. Desde entonces, Netanyahu ha realizado otras cuatro visitas a Uganda.
El vínculo entre Uganda e Israel va más allá de las conexiones religiosas y culturales. En la última década, Uganda e Israel han estrechado lazos en otros sectores, incluida la cooperación militar. En septiembre de 2022, ambas naciones firmaron un memorando de defensa en el que se hacía hincapié en la cooperación militar en curso, a pesar de las críticas recibidas en el país por la adquisición y el uso del software de piratería informática israelí Pegasus.
En noviembre de 2021, Estados Unidos incluyó en su lista negra a la empresa israelí NSO Group, creadora de Pegasus, afirmando que la herramienta se utiliza para espiar a funcionarios del gobierno, disidentes y periodistas de todo el mundo. Uganda ha utilizado Pegasus para espiar a periodistas, activistas de derechos humanos y abogados, así como durante las elecciones generales de 2022.
La interacción entre las alianzas históricas y presentes y la disidencia del juez Sebutinde en el panel de la CIJ pone de relieve la fuerte conexión entre Israel y Uganda. También plantea interrogantes sobre por qué el mismo juez dictaría fallos tan opuestos en casos similares, poniéndose del lado de Ucrania, víctima de una agresión, por un lado, y del lado de Israel, agresor contra la población civil de Gaza, por otro.
El derecho internacional debe permanecer libre de lealtades políticas y/o personales y su aplicación debe ser justa, equitativa y coherente. Tal y como están las cosas, uno no puede evitar preguntarse si la decisión de la juez Julia Sebutinde fue una administración de justicia discriminatoria.